Estas no son las primeras vacaciones en Francia, cuando llegué por primera vez me enamoré de su exuberante paisaje y de su forma de disfrutar de la vida. Fue un amor a primera vista. Podría estar horas enteras contemplando sus frondosos bosques, sus prados, sus ríos y oyendo el sonido de la naturaleza. Las vacaciones son tiempo de salir de la rutina y recobrar tu paz interior, me encanta la sensación de no hacer nada, seguir mi instinto y dejarme llevar por la lectura de un buen libro, una buena comida y unos largos paseos. Después de estas inolvidables vacaciones toca olvidarse del lento transcurrir del tiempo para adentrarse en el ajetreo del trabajo, las tareas domésticas, el cuidado de los niños... pero eso sí llena de ilusión y buena energía.